Esta es sin duda la menos lovecraftiana de las muchas películas lovecraftianas con que nos ha alegrado la vida el director John Carpenter, pero a pesar de ello vemos aquí plasmadas algunas de las grandes frases de H.P. Lovecraft, sobre todo aquella en la que decía: “A mi parecer, no hay nada más misericordioso en el mundo que la incapacidad del cerebro humano de correlacionar todos sus contenidos. Vivimos en una plácida isla de ignorancia en medio de mares negros e infinitos, pero no fue concebido que debiéramos llegar muy lejos”. El guionista de esta película se llama Frank Armitage, que resulta ser un seudónimo del propio John Carpenter, según explicaba él mismo muchas veces se encargaba no solo de dirigir sino también de producir, guionizar y componer la banda sonora de sus películas, por lo que al final le avergonzaba aparecer tantas veces en los títulos de crédito y aprovechaba para dejar homenajes en forma de seudónimos a la obra de H.P. Lovecraft y, en este caso concreto, a su adorado Henry Armitage.
